El América compite como campeón incluso cuando no llega como favorito
Las Águilas son candidatos a quedarse con el título este año.
OPINIÓN
Hay equipos que necesitan ser favoritos para rendir. Hay planteles que requieren elogios, rachas positivas o un ambiente ideal para funcionar. Y después está el América, un club que puede llegar cuestionado, sin su mejor versión, sin brillo colectivo e incluso sin el cartel de candidato… y aun así compite como campeón. Esa es la diferencia que marca la grandeza, la historia y la mentalidad de un equipo que ha aprendido a vivir bajo una exigencia que aplasta a la mayoría y fortalece solo a unos pocos.
El 2025 fue la prueba perfecta de esto. No fue un año de dominio absoluto ni de una versión arrolladora. Hubo momentos de irregularidad, de desconexión futbolística y de rendimientos que quedaron cortos respecto a lo que el americanismo está acostumbrado a ver. El equipo no alcanzó el nivel que había mostrado en ciclos anteriores; muchas veces ganó con lo justo, a veces sin convencer y otras veces sufriendo más de lo esperado. Sin embargo, mientras otros se caían con un mal mes, América se mantenía.
Con todo y sus altibajos, llegó hasta la final del Clausura 2025. No llegó como favorito, no llegó como el equipo más espectacular y tampoco como el más celebrado mediáticamente. Llegó desde el lugar de siempre: desde la competitividad. Desde ese ADN que convierte cada partido definitorio en un terreno que América conoce de memoria. Mientras otros necesitan encenderse para competir, América compite por naturaleza.
Y lo volvió a hacer ahora en el Apertura 2025. No importa que el nivel no haya sido el ideal ni que el equipo haya sufrido tramos complicados en el torneo. El América, incluso lejos de su máximo, se ubicó entre los ocho mejores y se volvió a meter en la conversación de siempre: la de los que van por el título. Porque si algo distingue al club es que no necesita estar en su punto más alto para ser una amenaza real.
Ese espíritu competitivo, que no se apaga ni en los años más irregulares, explica por qué América siempre está en liguilla, por qué siempre aparece en semifinales y por qué suele llegar a finales incluso sin el discurso de favorito. El club vive en un entorno donde cualquier otro se quiebra: presión mediática diaria, críticas constantes, análisis exagerados, exigencias internas y externas. Para cualquiera sería un peso. Para América, es combustible.
Además, este equipo tiene algo que muy pocos en México pueden presumir: jugadores acostumbrados a escenarios grandes. Futbolistas que entienden que un mal partido no define un torneo, que un bache no derrumba un proyecto y que la liguilla se juega con cabeza fría, oficio y jerarquía. Esa experiencia acumulada pesa muchísimo cuando el balón quema. América sabe sufrir, sabe resistir, sabe levantarse y sobre todo sabe competir cuando la situación lo exige.
No es coincidencia que en cada liguilla se hable de que “el América no está en su mejor versión, pero cuidado”. Ese pero es la esencia del club. El América no necesita favoritismos, elogios ni superioridad previa para transformarse en un equipo peligroso. Su historia lo respalda, su estructura lo sostiene y su mentalidad lo empuja. Ese escudo pesa distinto, exige distinto y se activa en momentos donde otros equipos sienten vértigo.
Por eso, aunque en el 2025 haya habido dudas, críticas y tramos flojos, América sigue donde importa: peleando. Y seguirá haciéndolo mientras mantenga esa mentalidad ganadora que lo distingue del resto. El América compite como campeón incluso cuando no llega como favorito porque no necesita condiciones ideales para ser protagonista. Le basta con ser América. Y eso, en el futbol mexicano, ya es sinónimo de peligro.
Por: Diego Becerra.