Opinión: El América entra en una crisis silenciosa que nadie quiere admitir
Mientras el club sostiene la continuidad del proyecto, el América empieza a mostrar señales de desgaste que preocupan.
El Club América no atraviesa una crisis escandalosa ni un colapso inmediato, pero sí algo igual de peligroso: una crisis silenciosa que se instala cuando los errores se repiten, las decisiones se postergan y la exigencia empieza a diluirse. Mientras hacia afuera se habla de continuidad y confianza, puertas adentro el margen de error se achica cada vez más, y el 2026 aparece como una fecha límite que no admite más excusas.
Un proyecto que dejó de evolucionar
El América compite, suma puntos y se mantiene en la conversación, pero ya no transmite crecimiento. El equipo parece haber llegado a un techo que no logra romper, con funcionamientos previsibles y problemas que se arrastran torneo tras torneo. Cuando el avance se detiene, el retroceso suele aparecer sin avisar, y eso es justamente lo que empieza a preocupar en Coapa.
Decisiones que pesan más que los resultados
No todo se explica con marcadores o estadísticas. También pesan las decisiones que se toman y las que se evitan. Futbolistas sostenidos pese a rendimientos bajos, refuerzos que no terminan de encajar y un mercado de pases que deja más dudas que certezas. En un club como el América, no decidir a tiempo también es una forma de fallar, y esa inercia empieza a notarse.
El 2026 como punto de quiebre
El próximo año no será uno más. El contexto del Mundial, la presión mediática y la exigencia histórica del club convierten al 2026 en una verdadera prueba de fuego. América no puede permitirse otro ciclo irregular ni una temporada de transición. O el proyecto da un salto de calidad real, o la sensación de estancamiento terminará por transformarse en crisis abierta.
Jardine y un crédito que ya no es ilimitado
André Jardine todavía cuenta con respaldo, pero ese respaldo ya no es incondicional. Si en 2026 el equipo vuelve a mostrar los mismos errores, malas decisiones en el mercado, cambios que no funcionan y planteamientos que no potencian al plantel, el ciclo deberá darse por terminado. En el América, los procesos se sostienen con resultados y evolución, no solo con paciencia.
Reaccionar antes de que sea tarde
La historia del club demuestra que las grandes crisis no siempre llegan con golpes fuertes, muchas veces se construyen en silencio. El América todavía está a tiempo de corregir el rumbo, ajustar piezas y recuperar la autoridad que lo distingue. Pero si el 2026 transcurre sin cambios profundos, la continuidad dejará de ser una virtud y pasará a ser parte del problema.
Por: Diego Becerra.