Por Mateo Garzón
Salomón Rondón, dijo: "Ese tricampeonato está bastante manchado por ciertas cosas. Nosotros, cuando estuvimos en el Azteca, era un claro saque de banda; cosa que obviamente vende más el América", esto en una entrevista con Fox Sport, llorando por su eliminación.
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Con el paso de las horas y, quizás, con la cabeza más fría tras la efervescencia de la eliminación, Salomón Rondón buscó, o al menos eso pareció, matizar sus polémicas declaraciones iniciales. Entendiendo el revuelo que causaron sus palabras sobre el tricampeonato "manchado" del América, el delantero venezolano intentó aclarar su postura, aunque sin retractarse por completo de la idea de que hubo factores externos influyendo en el resultado.
Según se reportó de sus posteriores intervenciones o aclaraciones, Rondón habría dicho algo similar a: "No le estoy quitando mérito, pero sin esa jugada, hubiese terminado el partido y no estuviéramos hablando del América tricampeón". Este intento de "corregir" su discurso, aunque suaviza la acusación directa de un campeonato completamente ilegítimo, sigue anclado en la idea de que una decisión arbitral puntual fue determinante para el desenlace de la serie y, por extensión, del camino del América hacia el título.
Las palabras del delantero venezolano, calificando el tricampeonato americanista como "manchado" y señalando una supuesta ayuda arbitral por intereses comerciales, no pasaron desapercibidas en Coapa. Dentro del vestidor, en el cuerpo técnico y en la directiva, la percepción general es de molestia y de que se intentó restar mérito a un logro histórico conseguido con base en esfuerzo y calidad en la cancha. Jugadores que se dejaron el alma para conseguir esos títulos sintieron las palabras de Rondón como una falta de respeto a su profesionalismo y a su desempeño.
Ante las palabras de Salomón Rondón y cualquier otro señalamiento que busque restarle mérito a los logros del Club América, la respuesta más contundente y efectiva siempre será la que se dé sobre el terreno de juego. El americanismo no necesita validación externa ni defender sus títulos con palabras altisonantes; la historia y, recientemente, los resultados hablan por sí solos.
El tricampeonato es una realidad innegable, forjada con goles, garra, estrategia y la calidad de un plantel que ha sabido sobreponerse a la presión y a la adversidad. Las acusaciones de campeonatos "manchados" o favoritismos arbitrales son, en el fondo, el último recurso de quienes no encuentran argumentos futbolísticos para explicar la superioridad del rival. Son el lamento de quien ve cómo la grandeza americanista se manifiesta en forma de trofeos, mientras sus propias aspiraciones se quedan en el camino.
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