¿Por qué el Club América ya no asusta como antes en la Liga MX?
Las Águilas ya no son lo mismo que hace un tiempo atrás.
OPINIÓN
Durante años, el América fue ese equipo que imponía desde el simple hecho de pisar la cancha. Ganara, goleara o sufriera, siempre generaba esa sensación de que, tarde o temprano, iba a resolver el partido. Hoy sigue siendo un candidato permanente porque su historia, su presupuesto y su plantel lo respaldan pero ya no provoca ese respeto automático que supo tener. Y eso se nota en cada torneo, en cada visita, en cada rival que ya no entra con la misma cautela de antes.
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La final perdida contra Toluca marcó un punto de quiebre. No por caer, porque perder una final es parte del juego, sino por la forma. El América dejó escapar un título que parecía manejable y que, en otros tiempos, no solo cerraba, sino que aplastaba. Desde ahí empezó una percepción que se fue reforzando durante el Apertura 2025: los resultados son irregulares, el funcionamiento es intermitente y muchos futbolistas clave no lograron sostener un nivel alto durante todo el semestre.
El equipo compite, eso no está en discusión, pero ya no domina. Antes era común ver a las Águilas resolver partidos en 20 minutos, marcar diferencias desde el talento individual o desde la presión asfixiante. Hoy, ese sello aparece por momentos, pero no se sostiene. El juego perdió claridad, las sociedades ofensivas ya no fluyen de la misma manera y defensivamente han aparecido errores que antes eran muy poco frecuentes.
También se suman los temas individuales. Henry Martín, uno de los referentes del último ciclo, ha tenido un año complicado lleno de lesiones. Otros futbolistas con peso específico tuvieron baches prolongados y, aunque aparecieron nuevas figuras, todavía no logran mostrar una consistencia que sostenga al equipo en los tramos decisivos del torneo.
Aun así, el América sigue siendo competitivo. Sigue estando en la conversación, sigue en Liguilla, y sigue siendo un equipo que, si se enchufa, le puede ganar a cualquiera. Pero ya no mete miedo por presencia, sino por chispazos. Y para un club de esta dimensión, que aspira a dominar siempre, eso no alcanza.
La afición lo tiene claro: quiere más. No quiere un América que compita “a ratos”, quiere un América que imponga, que marque diferencias y que vuelva a generar ese respeto que parecía imposible de perder. El 2026 será un año clave para demostrar si este ciclo puede recuperar ese viejo peso o si será necesario un giro más profundo.
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