Si André Jardine no gana el título, su ciclo en el América habrá terminado
El entrenador debe entender que el América tiene que ganar títulos otra vez.
OPINIÓN
El Club América vive una etapa decisiva. André Jardine llegó para marcar una era y, en parte, lo consiguió. Nadie puede borrar el tricampeonato que lo colocó en la historia grande del club. Ganó, convenció y recuperó la esencia competitiva del americanismo. Sin embargo, el fútbol no se detiene, y en Coapa la memoria es corta. Hoy, la exigencia es volver a levantar otro título, porque en América no hay espacio para la nostalgia ni para los procesos que se estancan.
El brasileño hizo historia. Nadie puede discutirlo. Con un estilo serio, ordenado y eficaz, Jardine construyó un equipo que dominó México y dejó una huella imborrable. Pero tras aquella cuarta final perdida, algo cambió. El América ya no luce tan dominante como antes, perdió parte de ese poderío que lo hacía ver superior a todos, y el propio técnico parece haber entrado en una etapa de desgaste natural.
El americanismo no vive de recuerdos. Valora, respeta y agradece, pero exige resultados inmediatos. La barra, la afición y la propia directiva lo saben: si Jardine no logra un nuevo campeonato, su ciclo estará cumplido. No porque haya fracasado, sino porque en este club el listón está demasiado alto. Ser segundo no alcanza, competir no basta. En América solo vale ganar.
Hoy, el equipo ya no intimida como antes. Durante el tricampeonato, el rival llegaba al Azteca sabiendo que el América era prácticamente invencible. Esa sensación se fue diluyendo. El plantel sigue siendo fuerte, pero no transmite lo mismo. Falta esa energía arrolladora, ese sentido de grandeza que distinguía a los equipos campeones. Y esa responsabilidad recae, inevitablemente, sobre el entrenador.
Jardine tiene crédito por todo lo conseguido, pero también debe demostrar que puede reinventarse. Volver a las bases, recuperar la intensidad, el orgullo, el hambre. América necesita volver a ser el equipo que impone respeto desde el túnel, el que nunca da un partido por perdido y el que se siente superior a todos. Ese es el verdadero ADN azulcrema, el que convirtió al club en el más grande de México.
En Coapa nadie discute su capacidad ni su trayectoria, pero todos saben que el margen de error es mínimo. Los títulos son la medida del éxito y, aunque Jardine ya los tiene, el americanismo no vive del pasado. El técnico que alguna vez conquistó todo hoy está frente a su prueba más dura: demostrar que aún puede mantener al América en la cima.
El brasileño cambió la mentalidad del club, pero ahora debe recuperar la sensación de poder que alguna vez impuso. Si lo consigue, consolidará su legado como uno de los entrenadores más grandes en la historia del América. Pero si no logra el campeonato, será inevitable pensar que su ciclo, glorioso pero cerrado, habrá llegado a su final.
Porque en el América no hay espacio para la comodidad. Aquí se gana o se va.
Por: Diego Becerra