El verdadero legado de Emilio Azcárraga: del poder mediático al dominio deportivo
El dueño del club mexicano ha logrado un gran crecimiento a nivel personal y deportivo.
OPINIÓN
Cuando se habla del Club América, es imposible no mencionar el apellido Azcárraga. Durante décadas, la familia ha sido sinónimo de poder, influencia y una forma de entender el futbol que trasciende la cancha. Sin embargo, lo que Emilio Azcárraga Jean ha construido en los últimos años va más allá del modelo de negocio o del espectáculo televisivo: es una visión integral que ha devuelto al América su estatus como la institución más dominante del país.
Emilio Azcárraga asumió un papel más directo en la gestión del club en una etapa en la que América, pese a su grandeza, había perdido parte de su esencia. El proyecto actual no se sostiene solo en nombres o fichajes mediáticos, sino en una estructura deportiva sólida, una gestión ordenada y una exigencia interna que se respira en cada rincón de Coapa. Su mensaje ha sido claro: el América no puede ser solo el más famoso, tiene que ser el mejor.
La llegada de figuras como Santiago Baños y André Jardine responde a esa lógica de continuidad, no de improvisación. Azcárraga entendió que la estabilidad es una forma de poder. A diferencia de otros tiempos, donde los cambios constantes eran parte de la dinámica del club, hoy el América vive bajo una idea clara de trabajo y resultados. Ganar sigue siendo una obligación, pero ahora existe un proyecto que sostiene esa exigencia.
Bajo su gestión, el equipo ha vuelto a ser un ejemplo de equilibrio: títulos, proyección internacional, y una cantera que empieza a recuperar protagonismo. El América ha logrado combinar su historia con una visión moderna, entendiendo que el futbol actual también pasa por la imagen, las redes sociales y la conexión con nuevas generaciones. Y en eso, el sello de Azcárraga es evidente: el club no solo compite en la cancha.
A diferencia de otros dueños que se esconden o se desentienden de lo que pasa con sus equipos, Emilio Azcárraga ha mostrado cercanía y compromiso. Visita el club, habla con jugadores y técnicos, y transmite un mensaje constante: el América no puede relajarse ni un segundo. Esa cultura de exigencia es, quizás, su mayor legado. No es casualidad que el equipo viva uno de sus mejores momentos en resultados y en identidad.
Más allá de los títulos que se ganaron durante su gestión, lo que realmente ha consolidado Azcárraga es un modelo de club. Uno que entiende que la grandeza no se mantiene con marketing, sino con victorias, con trabajo diario y con una mentalidad inquebrantable. Hoy América es un equipo respetado dentro y fuera de México, y eso tiene una raíz clara: la visión de un presidente que transformó su poder mediático en dominio deportivo.
Emilio Azcárraga no necesita discursos ni protagonismo para marcar el rumbo. Lo hace desde la planificación, la constancia y la convicción de que el América siempre debe mirar más alto que los demás. Y en ese camino, su legado ya no está en la televisión: está en la cancha, en los títulos y en la historia viva del club más grande del país.
Por: Diego Becerra